El guardian entre el centeno… y la ceguera por madurez

El guardián entre el centeno es un relato cuya percepción, poso y recuerdo cambia según la edad en la que lo leas. Siendo casi obligatoria la re-lectura pasados los 30 si, como yo, lo leíste de tardo-adolescente. Se trata del relato que generó un marco conceptual sin el cual jamás hubiéramos podido entender (o disfrutar) historias tan dispares como Carrie, el club de los poetas muertos o Risky Bussiness.

El libro trata de un joven (a mitad de camino entre la tardo-adolescencia y la pre-madurez), y de sus vivencias durante un par de días. Un “young adult” en toda regla, con su capacidad reflexiva desarrollada pero una evidente falta de experiencia vital “real”.

Lectura adolescente

Cuando leí el libro por primera vez rondaría los 18 años y me sentí muy identificado con emociones y pensamientos del protagonista. Aunque la mayoría de situaciones y escenas del libro se me olvidaron pronto, el poso resultó siempre desasosegante.

Hasta la re-lectura, mi recuerdo era de un joven al que comprendía pero al que no me parecía. Puede que pensáramos cosas similares pero respondíamos de forma distinta. Carlos adolescente recordaba un Holden atrevido hasta lo temerario, malhablado y respondón. Agresivo y egoísta. Alguien a quien no querría parecerme (aunque a menudo lo hubiera hecho).

Re-lectura 2022

Tomando una cerveza con unos amigos tras las Xequepod de 2022 en Alicante, me di cuenta de que no recordaba el libro tan bien como pretendía. Había cosas, que comentamos durante la conversación, que yo no había entendido o no recordaba igual. Por eso decidí salir de dudas y volví a leérmelo, acabándolo de una sentada.

Leer el guardián entre el centeno de adulto es una sensación totalmente distinta a la que recordaba, aunque sin duda tan o más gratificante como la primera vez. Con mis casi 47 años, conectar con el protagonista resultaba mucho más complicado y me resultaba difícil no actuar con superficialidad y la condescendencia.

El protagonista (a mis 47 años)

Holden es el prototipo de antihéroe adolescente. Sin apenas experiencia, reacciona de forma agresiva antes las situaciones de un mundo que todavía no entiende del todo y del que, a veces, parece no querer formar parte.

Para lo bueno y para lo malo, soy capaz de recordar con gran claridad mi propia adolescencia. Por eso soy capaz de entender lo que pasaría por mi cabeza cuando leí el libro por primera vez. Aunque no era un tardo-adolescente tan rebelde como Holden, también tuve mis momentos de rebeldía y los resolví a menudo de forma similar.

Me gustaría pensar que J.D. Salinger escribió este libro porque, como yo, recordaba su adolescencia y, como todos, probablemente cometió los errores que achaca al protagonista.

La supuesta guía espiritual para rebeldes

Aunque mucha gente la define así, en mi opinión de adulto el final del libro (que no destriparé por supuesto y que queda oportunamente abierto), es tan triste como esclarecedor.

Holden destila odio y rencor por todo aquello que no entiende o es incapaz de controlar, y todos hemos pasado por ahí. La materia prima de esta destilación es el propio odio que siente hacia si mismo por dicha incapacidad. Todo le desborda, pero no quiere sentirse así. Por eso responde de forma radical contra la sociedad que le demuestra una y otra vez su falta de experiencia.

De adulto eres más consciente de tus capacidades y limitaciones, de la fuerza y consistencia del sistema, y de lo rápido que se apagará tu voluntad y ganas si tus objetivos o tu visión no son claros.

El mito del guardián entre el centeno

El libro supuso una revolución en su momento por su vocabulario casi chabacano a ojos de un adulto aunque, a día de hoy, pueda resultar hasta blando y por poner negro sobre blanco el pensamiento y comportamiento de los adolescentes, que hasta ese momento había estado escondido.

Algunos escritores (como Twain o Louisa May Alcott) habían contado historias de niños y adolescentes con cierto respeto (aunque con condescendencia). Pero, en general, era una etapa del desarrollo de las personas que se obviaba en la historia de la literatura.

El nombre, el guardián entre el centeno, proviene del deseo del protagonista de llegar a controlar algo en algún momento. Verse a sí mismo como el guardián de lo que le importa. Al menos es así en la traducción española, porque en el original inglés hay miles de interpretaciones del juego de palabras The Catcher in the Rye. Cuales de ellas hayan sido convenientemente encontradas o construidas a posteriori, nunca lo sabremos.

Si buscas en internet hay cientos de historias alrededor de este libro. No te libraré del gusto de buscar esa información en google o cualquier otro buscador.

En general, con el paso del tiempo, me ha resultado más realista y menos impertinente. Quizá ayude a muchos adultos a comprender a sus hijos adolescentes, aunque en manos poco empáticas o demasiado asertivas, creo que puede resultar un arma de doble filo.

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