Dos de mis escritores favoritos son Mark Twain y Francisco de Quevedo, y no es casualidad. El sentido del humor es sin duda una muestra de inteligencia y ambos lo tienen muy desarrollado.
Otra capacidad que comparten ambos escritores es la de ridiculizar a sus enemigos sin piedad ni descanso. Al contrario de Quevedo (mucho más burdo y cruel), Twain es capaz de ridiculizar y criticar sin escrúpulos a alguien con un gusto exquisito y una prosa magnífica. Su forma de escribir es certera y precisa, pero con un lenguaje simple y llano, sin florituras.
Nadie se reirá de un chiste que no entienda.
Mark Twain
Desde niño disfruté de sus cuentos, pero al revisarlos de adulto me he dado cuenta de que son mucho mejores, mucho más divertidos y mucho más adultos de lo que cabría esperar. Como otros grandes escritores, Mark Twain es capaz de escribir en distintos niveles y hacer textos que signifiquen cosas diferentes para un adulto y para un joven.
Leer cuando eres adulto a Mark Twain te descubrirá un autor mucho más crítico con su sociedad, mucho más sarcástico e intolerante con la hipocresía de la sociedad de su época.
Todas las obras de Mark Twain están en dominio público y puedes descargarlas desde la web del proyecto Gutenberg.
El robo del elefante blanco
Una obra delirante e hilarante. Un cuento en el que Twain parodia el género policiaco y de detectives. Una crítica a la policía* y su forma de enfrentarse a los delitos.
Partiendo de una premisa ridícula, la historia de la investigación de un robo se desarrolla de forma cada vez más absurda. Además, queda muy claro como la importancia de la víctima influye en la cantidad de recursos dedicados al caso. Proteger y servir, pero más al que más tiene.
El análisis del proceso policial es especialmente desternillante. En la toma de datos, la información es obvia, redundante o no aporta claridad al caso. Se utilizan recursos tanto personales como económicos de forma absurda y excesiva. El equipo policiaco es incompetente hasta la extenuación. Y el caso se resuelve de la forma más ridícula posible, lo cual no es óbice para que el equipo lo celebre como un éxito propio y se regodeen en su capacidad.
En definitiva, el texto de un auténtico gamberro con una capacidad satírica envidiable criticando la incompetencia y derroche de recursos que la policía realiza si la víctima es lo suficientemente importante.
El cuento del niño malo y el cuento del niño bueno
Dos de mis cuentos favoritos de Twain y que se leen como uno solo. Tratan sobre lo absurdo que resulta utilizar la moralina en la sociedad actual (escrito a finales del XIX sigue vigente hoy en día).
Dos niños educados en los mismos valores morales (eminentemente religiosos) cogen distinta senda. Uno sigue a rajatabla los preceptos morales que se le indican en estas historias mientras el otro hace lo contrario. ¿Quién crees que resulta en mejor persona? El resultado no debería sorprenderte.
Las historias cuentan cómo deberían ser las cosas cuando dios está por medio… pero la realidad es bien distinta. Lo cual siempre suscita la pregunta de rigor: Si existe Dios y es tan bueno como se supone, ¿por qué permite ciertas cosas? En estos relatos, las enseñanzas morales que ofrece la religión se confrontan con la realidad.
Las religiones nos intentan convencer de las virtudes de seguir la moral a rajatabla. Mientras, la realidad nos muestra claramente que las consecuencias o los premios, no se relacionan con tener un comportamiento ejemplar. Aquellos que no siguen las normas no solo no tienen castigo, sino que además muchas veces tienen premio mayor. Además, Twain nos hace ver lo frustrante que resulta para aquel que sigue las normas irse dando cuenta de que está haciendo el idiota.
Por cierto, que el niño bueno se llame Jacob siempre me recuerda la serie Lost.
Sus… finales alternativos
Otra de las gamberradas que Twain solía hacer era coger cuentos de otros autores y continuarlos dando un giro a la historia. La idea era sencilla: se cogía una fábula con una moraleja y luego se continuaba dándole un giro sorprendente y un final contrario a la moraleja original.
Tenía especial predilección por las fábulas y las parábolas de publicaciones de corte conservador y religioso. Son relatos extraordinariamente cortos por lo que puedes leer varios de una sentada y son ideales para esos momentos en los que te vas a pensar al baño.
El Perro Agradecido
Este relato acaba con la frase «por eso cuando alguien le pida ayuda, pegarle un tiro es una opción que debería valorar».
Si leyendo esa frase no te entran ganas de leerlo, háztelo mirar.
El escritor benévolo
Como seres humanos, tenemos una serie de limitaciones filogenéticas y ontogenéticas que debemos aceptar. Pero también debemos luchar contra el contexto en el que nos hemos desarrollado desde nuestro nacimiento. Creer que la voluntad, la predisposición o las ganas suplen lo que nos falta por naturaleza, por educación o por contexto social es un absurdo. Este relato habla de un escritor que quiere lograr el éxito a toda costa a base de derrochar recursos económicos y sociales, tanto propios como ajenos.
No he investigado a fondo el trasfondo de este cuento, pero tiene mucha pinta de estar “dedicado” a algún escritor de la época con quien Twain estaría picado. Algo similar a la pelea entre Góngora y Quevedo en el siglo de Oro Español de las letras.