The Wire… una sociedad sucia.

Poco se puede decir que no se haya dicho ya de The Wire. Cada una de sus temporadas es como una partida de ajedrez. Durante los 8-10 primeros episodios de cada temporada parece que no pasa nada, las fichas se mueven pero no hay acción, no hay tensión. Poco a poco cada ficha se pone en una posición concreta, justo donde debe estar para que, cuando se lance el desenlace, cumpla su función y materialice su importancia en el resultado final.

Temporada 1 – Cuando sabes lo que haces

En esta temporada aprendemos que las bandas de narcotráfico las gestionan personas muy metódicas y organizadas, ya que de lo contrario serían pasto de la policía o de otras bandas fácilmente. También aprendemos que existen muchos niveles dentro de las organizaciones criminales y que arriba llegan los mas listos o los mas diligentes haciendo su trabajo. Un verdadero ejemplo de meritocracia, no como en las empresas o la política donde el contexto influye mucho más que la habilidad o el esfuerzo.

Otra buena lección que podemos sacar de esta primera temporada de The Wire y que suelo comentar en mis cursos de dirección comercial es que, para que la gente saque el máximo rendimiento, necesitan estructura y control. El método y el control bien ejecutado es el que saca el máximo potencial de las personas. Debes marcar unos objetivos y reglas muy claras y luego no controlar la actividad, sino los resultados, esa es la clave. Solo cuando no se obtienen los resultados esperados es cuando debes volver la vista hacia el proceso, nunca antes.

¿Lo mejor de esta temporada?

  • Descubrir que existe gente como Omar Little o Stringer Bell y verlos trabajar. Gente que no tiene ninguna oportunidad de llegar al entorno corporativo (por su origen y contexto social) pero que saben más de liderazgo y gestión que el mismísimo Peter Drucker.
  • La escena de la mesa en el prólogo del 4º episodio. La uso muy a menudo en mis cursos de dirección comercial.
  • La secuencia de los “fuck” del 4º episodio. Una lección de lenguaje cinematográfico donde no hace falta hablar para que se entienda perfectamente lo que ha pasado.
  • La escena de los dos niños haciendo cálculos de matemáticas al principio del episodio 8. Un ejemplo tan real como terrible de motivación.
  • Las interpretaciones de todos los policías en el episodio The Hunt.

Temporada 2 – No hay gente mala ni buena, sólo circunstancias

Esta temporada es mi favorita de The Wire y, si algo podemos aprender de esta temporada, es que todos los negocios ilegales están unidos en algún punto. El tráfico de drogas, la prostitución y la trata de blancas, el contrabando de joyas y de tecnología, la especulación inmobiliaria… siempre tienen algún nexo. Tiene mucho sentido ya que la gente que se mueve fuera de la ley, tiene muy complicado mezclar los negocios legales con los negocios ilegales sin llamar la atención, así que acuden a otros negocios ilegales como fuente de diversificación.

Lo que más me gusta de esta temporada es que surfea como ninguna otra en la fina línea que hay entre lo legal, lo ilegal y lo feo de cojones.

En esta temporada descubres la gran cantidad de intermediarios que hay por debajo de una operación ilegal. Cada uno esperando su parte del negocio. También descubrirás que no todo el dinero ilegal se derrocha o se malgasta. Hay gente que hace cosas ilegales para poder ayudar a otros o para garantizar el futuro de los suyos. Detrás de muchas cosas ilegales hay gente con principios y valores. Pero eso no debe nublarte la razón, lo ilegal es ilegal. Y la gente que hace cosas ilegales o muy feas, acaba manchándose de mierda, aunque lo hagan por buenos motivos en un principio.

Lo mejor de esta temporada

  • Frank Sobotka. Su personaje me parece tan complejo y lleno de matices que asusta. Alguien tan generoso y, a la vez, tan capaz de hacer cualquier cosa por ellos. Un claro defensor de que el fin justifica los medios.
  • Idris Elba. A pesar de que su trama pierde peso en la temporada, el hace que se mantenga interesante y roba gran parte de la temporada a la trama principal.
  • Los 3 primeros minutos del episodio 10.
  • El montaje final de temporada con la canción “I feel alright” de Steve Earle.

Temporada 3 – La utopía es imposible

Esta temporada se centra en la policía y en cómo se organizan. Qué problemas enfrentan para ejercer su trabajo y como, a veces, han de sacarse de la manga soluciones “creativas” por lo complicado que resulta mantener el control cuando estás encorsetado por normas e imposiciones demasiado extravagantes o interesadas. 

Vemos también que cada persona o grupo de personas tiene sus propios objetivos y, a menudo, los objetivos de unos están confrontados con los objetivos de sus superiores, de sus compañeros o sus colaboradores.

Si algo me gusta en especial de esta temporada es la idea de que la gente es incapaz de renunciar a sus prejuicios. Por eso, aunque algo demuestre su eficacia y efectividad, la gente no estará dispuesta a renunciar a dichos prejuicios aunque, realmente, no les afecten en su día a día. De hecho, es algo que podemos ver en redes sociales cada día: gente gritando y quejándose de forma vehemente por algo que, en realidad, ni les va, ni les viene.

Lo mejor de esta temporada

  • El velatorio en Kavanaugh’s con el discurso del sargento y la canción “The Body of an American”.
  • Cada interacción entre Omar y Brother Mouzone pero en especial el “duelo”.
  • Las bromas entre policias, que reflejan el ambiente que cualquiera que haya compartido tiempo con compañeros de trabajo ha vivido. En especial me quedo con una broma de Bunk sobre por qué Lester tiene las piernas arqueadas.

Temporada 4 – La meritocracia no existe

Es la temporada más coral y la favorita de casi todo el mundo. Los personajes relevantes del resto de temporadas están segregados en distintas tramas que poco a poco van confluyendo.

En esta temporada aprenderemos lo importante que resulta el contexto en el desarrollo de las personas. En un país y una época en la que todo el mundo repite sin pensar «querer es poder», David Simon nos hace conscientes de lo complicado que resulta, por mucha voluntad que se ponga, vencer las dinámicas sociales.

Lo mejor de esta temporada

  • Los primeros 2 minutos del episodio 5, las historias de zombies. Una dura forma de recordarnos que los niños, aunque crezcan en un entorno muy duro, no dejan de ser niños. Resulta extraño aunque en cierto modo gratificante pensar que, gente que trata a diario con la muerte, no dejan de tener miedos acorde a su edad.
  • La frase “A man, must have a code”. De hecho, creo que es la frase que mejor define esta serie. Una persona sin valores es una persona en quien no se puede confiar. En la serie hay muchos personajes sin valores o con unos valores muy cuestionables. Curiosamente, cuanto más arriba en la escala social, valores más cuestionables y menos rígidos.
  • El montaje musical de la apertura de puertas en las elecciones con Cutty corriendo. Los montajes musicales en The Wire son míticos. Aunque el montaje de final de temporada es, en mi opinión, el más flojo de la serie (a años luz del montaje final de la 2ª), este sí que cumple con los estándares que esperamos de la serie.

La sociedad es sucia

Siempre que veo The Wire (y lo he hecho 3 veces entero y unas cuantas más a trozos) pienso que el mayor problema de la sociedad capitalista es la impunidad que generan los privilegios de clase. Porque no hay nada más cruel que aprovechar los privilegios y la impunidad que te otorgan como forma de violencia hasta los menos privilegiados.

Es cierto que existe la violencia entre las clases bajas, y en The Wire se ve claramente:

  • Un narcotraficante debe matar a varios miembros de la banda rival para no perder una esquina productiva.
  • Un asesino a sueldo debe matar a un personaje por encargo de otra persona.
  • Un padre hará cualquier cosa por salvar a su hijo.
  • Una buena persona pone a otras personas por delante de sí mismo y es capaz de hacer cosas que están mal por aquellos.
  • (…)

Pero también tenemos una maldad o crueldad sistémica. Una crueldad arraigada en lo moral y en ciertos estamentos sociales que derivan de la prehistoria. Una crueldad que sitúa un techo sobre tu cabeza. Un techo que sirve de suelo a los que están en el estamento superior.

Lo realmente trágico es que tras esa violencia y crueldad hay unas personas que tienen un plan, que manejan los hilos, que organizan los recursos única y exclusivamente por afán de poder, por mantenerse en ese estamento superior. A sabiendas de que el sistema es injusto y cruel con los de abajo pero con miedo de caer entre ellos y dejar de tener sus privilegios. Gente que permite sin escrúpulos que otros mueran de hambre mientras derrochan comida, sólo porque pueden permitírselo. Para sentirse superiores, para regodearse de su ventaja.

Esas personas son, a menudo, verdaderos sociópatas que están dispuestos a cualquier cosa por lograr sus objetivos. Sacrificando a quien haga falta, sin dar valor a las personas o las leyes. Con una ética y moral tan retorcida que te afecta en lo más profundo de tu ser. Porque cuanto más tienes, más tienes que perder y más estás dispuesto a retorcer tu moral para mantenerlo.

No digo que lo justifique, pero soy capaz de entenderlo. Aunque no me guste.

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